Aún no decido si fue una cuestión de suerte, coincidencia o estadística; la primera vez que escuché Sonic Highways, estaba a bordo de un carro, saliendo a carretera para un mini road trip nocturno, con una cerveza en la mano (no intenten esto en casa, chicos).
No es extraño que el álbum tenga un tono viajero y, por momentos, algo nostálgico; esta producción es la banda sonora de la serie de TV del mismo nombre, en ésta, Dave Grohl y FF hacen un recorrido musical por Estados Unidos, graban una canción en cada una de las ocho ciudades visitadas y, como copilotos, se hacen acompañar de un artista diferente para cada track.
De manera casi solemne, encendemos el motor con Something from nothing; el tema va creciendo en intensidad musical y lírica, iniciando con un ligero sabor a The Pretender, pero con algunos detalles que van desde las secuencias electrónicas hasta los cambios de ritmo; no estamos seguros de habernos subido al vagón correcto, no terminamos de encontrar a la banda que esperábamos, sin embargo, el paisaje no se ve mal.
Nuestro cerebro apenas va procesando el lugar por el que acabamos de pasar, cuando The Feast and The Famine nos hace gritar “¡Ahí están!, ¡Ése es Foo Fighters!”. Ya no hay duda de que la ruta es la indicada, nos relajamos sobre el asiento, damos otro trago a la cerveza y nos dejamos llevar.
El anfitrión de cada pista, nos guía por sus lugares favoritos y enriquece la experiencia en cada punto; la guitarra líder de Joe Walsh nos lleva al rincón más íntimo de Outside; la voz de Ben Gibbard nos muestra los terrenos de Death Cab for Cutie desde Subterranean; Rick Nielsen, Zack Brown y más son sorpresas que nos acompañan, no nos sueltan y nos hacen desear que el viaje fuera más largo.
Pareciera, por ser cursis, que en cada estación vamos dejando un recuerdo y ganando un amigo; Congregation tiene la furia de los primeros álbumes de los Fighters, pero con un sonido y una producción mucho más maduros, más pensados, evidencia de una banda que no puede mantenerse estática y a la que, por lo tanto, sólo le queda crecer.
A estas alturas del viaje, nadie ha preguntado, pero no me dan ganas de callar que mi terminal favorita fue What Did I Do?/God As My Witness; acompañados de Gary Clark Jr., nos subimos a una montaña rusa de emociones: corremos, paramos, saltamos un poco, nos tiramos al suelo y el asfalto nos recuerda ligeramente al Queen de los 70. El punto al que regresamos una y otra vez antes de continuar el trayecto.
Al llegar a nuestro destino, nos invade esa nostalgia de las vacaciones que terminan, I Am a River tiene el sonido de un regreso a casa, al punto de partida, a créditos finales. La música nos dice que el viaje no ha terminado, a pesar de lo que diga el segundero del reproductor, “Is that what you really want?”, nos preguntan; como respuesta, quito el freno de mano, vuelvo a presionar play y salgo de nuevo a la autopista, el camino merece ser recorrido otra vez.
Por Adal Ortega:
@ortegayanez